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Elige elegir

A principios del pasado mes de octubre escribí sobre el trabajo desarrollado por la Escuela de Negocios Henley de la Universidad de Reading en el Reino Unido acerca del impacto que el Covid y el encierro han tenido en nuestra personalidad y salud mental. La mayoría de los participantes en dicha investigación expresó que sus niveles de ansiedad y aislamiento se han incrementado en comparación con lo que vivían antes del inicio de la pandemia, principalmente por la incertidumbre generada por no estar satisfaciendo las expectativas de su organización, la dificultad para seguir pagando sus gastos cotidianos y la disminución en su ingreso familiar.


A partir del análisis estadístico de los resultados obtenidos de más de 4,400 personas en los cinco continentes, se han podido validar las siguientes cuatro hipótesis:


· Un incremento significativo en los niveles de atención y alerta para identificar posibles riesgos (Neuroticismo)

· Un incremento significativo en los sentimientos de ansiedad (Neuroticismo)

· Un decremento significativo en la sociabilidad (Extraversión)

· Un incremento significativo en los pensamientos reflexivos (Introversión)

Hace unos días conversaba con un colega sobre estas hipótesis y los crecientes niveles de irritabilidad que han surgido en muchas relaciones humanas como consecuencia del impacto de la pandemia en la salud mental de los individuos. Coincidimos en que la resiliencia (la capacidad para responder ante la adversidad) y el optimismo siguen siendo poderosos mecanismos de respuesta personal ante la crisis, sin embargo, él agregó que existen muchas circunstancias externas sobre las que no tenemos absolutamente ningún control (el clima, el jefe nos lo impuso, los demás tienen la culpa, la salud de un amigo o familiar, un mal servicio en algún lugar, problemas de tránsito, los genes que heredamos, el entorno político, económico y social e incluso hasta el Covid) que pueden influir en nuestra actitud, pero aún así, nosotros siempre podemos decidir la forma de reaccionar ante lo que la vida pone en nuestro camino.


Cuando una persona elige elegir, inmediatamente asume la responsabilidad total por todas sus elecciones, incluso la actitud con la que se muestra dentro y fuera del trabajo. Elegir una actitud positiva, o no hacerlo, es una decisión que se toma día con día y momento a momento, y aunque algunos piensan que no tenemos ningún control sobre ella, en realidad somos creadores de circunstancias con todas y cada una de las decisiones que tomamos.


La actitud es como un búmeran. Aquella con la que te presentas ante la vida todos los días es exactamente la misma que te va a regresar. Si eliges estar irritable o negativo, eso mismo será lo que obtendrás de vuelta. Reflexiona por un momento sobre la actitud con la que te presentante ayer (buena, mala, indiferente). ¿Cómo habría sido tu día si te hubieras empeñado en estar molesto? ¿Cómo habría sido tu día si te hubieras empeñado en estar de buen humor? ¿Qué actitud elegiste el día de hoy? ¿Cuál vas a elegir mañana? No olvides que elegir tu actitud, y actuar como víctima, es absolutamente incompatible. Tú eliges tu actitud, nadie la puede elegir por ti.


“La vida es un 10% lo que me pasa y un 90% cómo reacciono ante ello.” – John Maxwell

 
 
 

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